sábado, 24 de diciembre de 2016

La vida en los Cafetales de Palanda (Ecuador)


¿Sabes esa sensación cuando estas toda la vida soñando con algo y por fin se hace realidad? La verdad es que yo he tenido mucha suerte en la vida. Debo decir que no es la primera vez que la siento pero sí que esta ha sido la más intensa.

Equipo técnico junto a la familia Mayo

Desde que era bien pequeña (más pequeña que ahora) siempre quise ser bióloga, la verdad ni si quiera sé de dónde vino esa idea, pero desde el momento que puedo recordar nuca quise ser otra cosa. Pues bueno ya soy bióloga.
Cuando estudiaba en la Universidad soñaba con que algún día viajaría a Latinoamérica y con que algún día podría trabajar con animales, en pro de la conservación y la naturaleza. Pues ese día ha llegado.

Esta semana tuve la gran fortuna de poder colaborar en un muestreo de aves en las estribaciones orientales del bosque húmedo, en una localidad llamada Palanda. Los muestreos se llevaron a cabo en las fincas de los cafetaleros de la zona.
Señor Vitaliano moliendo el café


Tuvimos la tremenda suerte de visitar tres preciosas fincas en las que viven tres familias de lo más acogedoras y trabajadoras. La familia Tocto, La Familia Mayo y la Familia del Señor Vitaliano. La vida en los cafetales no es fácil, estas familias recolectan a mano el café, lo secan, los tuestan y lo muelen. Además de esto casi todas las familias tienen plantado en sus fincas, plátanos, cacao y algunos otros frutales con los que se abastecen. Es curioso ver los chanchos paseando por la casa o los niños jugando con machetes más grandes que ellos. La verdad es que la fortaleza de estas familias me sorprende y me entusiasma.

Buco negrilistado
Creo que lo que más me sorprende es el hecho de ver en la misma casa cosas tan tradicionales como una fogata en el centro de la cocina que hace las veces de cocina y una tablet con acceso a Internet de último modelo. La verdad que en estas fincas conviven los dos extremos, por un lado las modernidades más insospechadas junto a las tradiciones más ancestrales.


Tangara gyrola

Mis sensaciones durante esta semana han sido inexplicables, siento como si se me hubiera hinchado el alma. Los primero días me resultaron extremadamente duros, pensé que no podría conseguirlo, que estaba equivocada, ¿Cómo iba yo a poder hacer aquello? Levantarme tan temprano, luchar contra aquellos mosquitos, subir y bajar aquellas laderas empinadas y además reconocer a todas aquellas extrañas aves. Sinceramente pensé en rendirme. 

Tomando datos junto a Don Mayo, Darwin y el Chilalo errante.
Pero de repente empecé a sentirme a gusto, los paisajes me hacían sentir paz, los mosquitos ya no eran un problema, los pájaros empezaron a tener nombres, las laderas llevaban a los ríos y sentí que por fin había encontrado mi sitio. Me di cuenta de que realmente esto es lo que sé hacer y que no solo era capaz de hacerlo bien sino que mientras lo hacía sentía una sensación dentro de mí de esas que cuesta encontrar, sentía FELICIDAD.



Sentí que mi viaje hacía lo natural tenía todo el sentido del mundo y por fin sentí que se había cumplido mi sueño de niña, ahora si me sentía una BIÓLOGA.

Agradecimiento a mis compañeros y a mi hermano Adrian Orihuela por brindarme esta linda oportunidad.




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