Creemos ser
dueños de la verdad. Creemos que lo que nosotros vemos es la única percepción
posible. Estamos tan encerrados en nuestra propia burbuja, en el mundo que
creemos que es el correcto que nos negamos la oportunidad de aprender. Nunca te
has preguntado ¿por qué? Está científicamente demostrado que no vemos ciertas
longitudes de onda o que no escuchamos con nuestros maravillosos oídos
determinadas frecuencias, entonces ¿por qué creemos que nuestra manera de ver
el mundo es la correcta?
Pasamos la
vida creyendo que somos poseedores de la razón y diciendo a otros lo que deben
hacer o no, sin darnos cuenta de que en verdad no sabemos nada y de que lo que
para ti puede ser una nimiedad o una falsa, es el centro del universo de
cualquier otra persona. Y que esa persona podría enseñarnos de la vida cosas
que por arrogancia no estamos dispuestos a aprender… porque juzgamos.
Juzgamos,
juzgamos sin parar, ese no tiene cultura…, ese otro está loco…, aquel de allá
no sabe lo que hace… debería…, tendría… ni si quiera sabemos hacernos felices a
nosotros mismos pero nos ocupamos de decir a los demás que deben hacer con su
vida o como deben encontrar su propia felicidad.
Mientras
plantaba brócoli:
Aprendí que
no soy nada.
Aprendí que
es mejor escuchar que imponer.
Aprendí que
no es más listo el que más estudios tiene.
Aprendí que
no es mi verdad la que impera.
Aprendí que
las cosas existen no porque yo las veo.
Aprendí a
compartir las creencias de otras personas,
dejándolas descansar
al lado de las mías propias.
Aprendí que
la autenticidad de las personas no está
en relación con el grado de desarrollo económico.
Aprendí que
compartir lo que tengo, puede que me haga tener menos,
pero me hace
ser más.
Aprendí que
es importante calzarte los zapatos de los otros,
sobre todo
de aquellos que te quieren y que a veces no piensan como tú.
Entre plantas
de brócoli aprendí que el amor, la bondad
y el respeto
quieren mover mi mundo.
No reniego
de lo que soy, ni me apeno de lo que ya cargo conmigo, tan solo quiero complementar
lo que ya traigo en mi mochila desde
allá, con lo que voy encontrando acá. Quiero escuchar, quiero ver, quiero sentir
y quiero ante todo compartir.
Alguien me
hizo algunas preguntas en estos días que me hicieron pensar: “¿Quién tiene más
valor, alguien que es luz en medio de la luz, o aquel que encuentra su lugar y
felicidad en medio del caos?”, “Cuando una lombriz sin ojos les dice a las
demás que existe la luz, estas otras lombrices piensan que la primera está loca
pero ¿será acaso que la luz no existe porque la lombriz no tiene ojos y no la
ve?”
Evidentemente
la luz está ahí y también el caos, hay momentos en los que la situación no es
lo favorable que nos gustaría, pero ante todo decido dar todo de mi para ser
mejor persona, y así poder ser un poco más feliz. Decido dar de mi un poco de
mi luz que ayude alumbrar también caminos ajenos, no importa cuáles. Las cosas
suceden por algún motivo y cada acción nos lleva a ser quien somos. No sé
cuantas cosas más me queden por conocer pero sea como sea tengo la mente y el
alma abiertos para recibirlo.
Y todo esto
lo aprendí, plantando Brócoli.
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